Estamos nerviosos, hoy, por fin, vamos a entrar en el primero de los parques
nacionales norteamericanos, vamos a entrar en el parque nacional por antonomasia, en
Yellowstone. Son las 6 de la mañana y ya estamos en pie. Estaremos aquí 2 noches, por
tanto, hoy no tendremos que cargar con maletas. Desayunamos en el precioso restaurante
de madera que está al lado de nuestra cabaña. Entramos en el Parque Nacional de
Yellowstone por la entrada oeste. El parque tiene 4 entradas: norte, sur, este y oeste.
Teniendo en cuenta que vamos a dedicar todo el día y parte del día siguiente a la visita,
nos organizamos para recorrer el norte del parque hoy y dejaremos para mañana la zona
sur, por la que saldremos del parque.
Yellowstone tiene tal concentración de fenómenos naturales, que no resulta fácil
detallar en estas pocas líneas lo que allí se vé. Más difícil, todavía, resulta explicar
lo que se siente. Infinidad de géiseres humean por todas partes. El olor a azufre es
intenso. El agua caliente que expulsan se desliza buscando ríos o lagos.
A menudo nos encontramos con bisontes, alces y ciervos. En Yellowstone vive una gran
variedad de fauna. Un grupo de coyotes desaparecen entre el bosque en cuanto nos ven.
Hay manantiales termales, saltos de agua, un impresionante cañón fluvial y el mayor lago
alpino del continente americano. No vimos ningún oso, pero la gran cantidad de
advertencias de peligro que hay repartidos por todo el parque, te hacen suponer su
presencia continuamente. También advierten del peligro de los bisontes.
Se tiene la sensación de estar caminando sobre un terreno inestable situado sobre una
inmensa caldera. Las Mammoth Terraces están cerca de la entrada norte. Son formaciones calcareas
con unas curiosas formas de conchas invertidas por las que se desliza agua caliente
de manantiales termales. Los saltos de agua se suceden continuamente. Las enormes
praderas se ven atravesadas por ríos y adornadas por bosques humeantes. De vez en
cuando, algun géiser entra en erupción y, si se tiene suerte, alguna fumarola llamará
nuestra atención ascendiendo en forma de remolino. ¡Nada es insignificante a nuestros ojos!.
Tras recorrer la zona norte, nos anochece en la zona de Sulphur Caldron, en el este. Las
calderas de esta zona son de barro y al explotar las grandes burbujas de la supercie
hacen un ruido que, en medio de la oscuridad, da miedo. Decidimos volver. Ya no se ve
nada y estamos lejos. Regresamos a West Yellowstone. Durante la cena pensamos en lo
que hemos visto, pero apenas hablamos. Cuesta asimilar una naturaleza así. Damos una
vuelta, lentamente, por el oscuro y vacío pueblo mientras reposamos la cena y nos vamos
a dormir.