Amanece mientras volvemos a adentrarnos en Yellowstone. Seguimos
asombrándonos de las maravillas que el parque nos ofrece.
Llegamos a la amplia zona de Upper Geyser Bassin donde Old Faithful, el géiser más
popular del parque, está esperándonos para emitir su chorro a 60 metros. Entra en
erupción regularmente cada hora, pero nosotros apenas tenemos que esperar un minuto.
Después vamos a West Thumb. Cientos de manantiales termales con vivos colores vierten
sus aguas en el margen del lago Yellowstone. La paz del lago nos mantiene en silencio.
Dejamos la zona para ir saliendo del parque a través de la ruta turística John D.
Rockefeller Jr. Lentamente vamos recorriendo las 82 millas de la ruta, a través del
parque nacional Grand Teton. Un gran lago nos separa de la cordillera que da nombre
al parque. Algunas veces dejamos la ruta para adentranos en las diferentes zonas. Una
de las veces conseguimos aproximarnos tanto a un alce que nos hizo sentir que podíamos
tocarlo... pero no. Al final de la ruta, en la falda de la montaña, había un fuego.
Seguramente sería uno de esos fuegos controlados que se ven por allí y que nadie apaga,
pero nos acercamos a él. Sentimos el calor de las llamas cerca. Era de noche y no
quisimos arriesgarnos, volvimos al coche y continuamos hacia Jackson.
En Jackson todo es de madera, hasta las aceras de las calles. Nos alojamos en una
cabaña. Mantuvimos una curiosa conversación con el dueño de la cabaña, asombrado de que
unos españoles pasasen por allí. La recepción parecía un museo de animales disecados.
Tras cenar, dimos una vuelta por la pequeña ciudad. En el centro, nos llamó la atención
el parque cuadrado con entradas por las cuatro esquinas a través de unos arcos hechos
enteramente de miles de cuernos de ciervos. Detrás del pueblo se veían las montañas de
la cordillera del Grand Teton. Descansamos plácidamente en medio del silencio del lugar.