Tras tomar frutas, dulces y café para desayunar, nos acercamos al parque
nacional de Arches. El nombre del parque es totalmente significativo, cientos de
formaciones rocosas con aspecto de arco se reparten por todo el parque. Los hay de
todos los tamaños, formas y grosores. Seguramente sea el parque más emblemático de
Utah y prueba de ello es que el Arco Delicado es el símbolo escogido para todas las
matrículas de este estado. Prácticamente al final del parque, en un lugar arenoso y
desértico, existe una zona de grandes paredes rocosas tan juntas entre éllas, que
forman multitud de desfiladeros que recorrimos, pero algunos eran tan estrechos
que no pudimos entrar a través de sus dos paredes. Nos recordaba al desfiladero
de entrada a Petra, frente al Tesoro. Al salir del parque, pudimos ver a un
alpinista, suspendido en una enorme roca con paredes verticales. En otros parques
veríamos más, pero aquí fue el primero y estuvimos un buen rato disfrutando de la
visión de la práctica del peligroso deporte.
A 40 millas de Arches se encuentra el parque nacional de Canyonlands. Por primera vez,
divisamos el espectáculo de la naturaleza desde arriba. Canyonlands, como su nombre indica,
es una tierra de cañones, pero las rutas trazadas parten desde la parte superior de las
montañas que los forman. Desde arriba se divisan las enormes grietas formadas por la
erosión de afluentes del río Colorado, se podría decir que son las primeras estribaciones
del Gran Cañon, pero que en Utah es explotado como Canyonlands N. P. Una vez más el final
del recorrido nos reserva una sorpresa: un enorme cráter formado por el impacto de un
meteorito, hace millones de años. El diámetro del crater es superior a un kilómetro y
un extraño color verdoso se aprecia por todo el perímetro.
Salimos del parque y continuamos viajando por la C.F.191 y la C.F.160. a través de
la reserva india Navajo. Grandes carteles nos indican, con orgullo, que estamos en la
nación Navajo, pero lo cierto es que se aprecia bastante retraso en las zonas de reserva,
frente al resto del estado. Las viejas "pickup's", conducidas por indios pobremente vestidos,
son casi las unicas usuarias de aquellas desiertas carreteras. Llegamos a Kayenta y
buscamos alojamiento. Preguntamos en los tres hoteles del lugar y al final tenemos
que pagar los abusivos precios que nos piden por dormir allí. Es de noche y estamos al
lado de Monument Valley; si queremos verlo al día siguiente, tenemos que alojarnos
en Kayenta. El hotel, aunque muy caro, merece la pena. Entre la decoración abundan motivos
indios, que le dan un curioso aspecto. Ver un Burger King en el pueblo, nos recuerda
que la imagen de poblados indios de las películas americanas está muy lejos.