Ese día no madrugamos. Pensábamos tomarnos el día con tranquilidad, pero, al final, también
resultó un día ajetreado. Uno tras otro, fuimos recorriendo la mayoría de los grandes
hoteles-casino de la ciudad. Cada gran hotel recrea su propio ambiente hasta el mínimo detalle,
a través de unos decorados dignos de la mejor de las películas de Hollywood. Consiguen crear a
la perfección la sensación de estar transportado al lugar o época que representan, todo ello
rodeado de un halo festivo y la omnipresencia de máquinas tragaperras que hacen que resulte
irrefrenable el impulso de jugarse unos centavos. Auténticas fortunas se han dilapidado en los
muchos casinos de Las Vegas. La invitación al juego es constante y todo allí es barato... y todo
allí parece fácil. Las bodas instantáneas están al alcance de cualquiera. En breves minutos se
puede pasar de soltero a casado y de pobre a rico o viceversa. Y por el Strip las enormes
limusinas y los coches más caros del mundo siguen mostrando la imagen de lujo incontenido de
la ciudad.
El primero de los hoteles que visitamos fue "La Isla del Tesoro". Como su nombre indica
representa una isla rodeada de agua y flanqueada por carabelas piratas. Se penetra en él
a través de unas pasarelas de madera y toda su decoración está basada en piratas, barcos y
tesoros. El show gratuito consiste en la representación de una batalla espectacular entre 2
barcos, uno español y otro inglés, en tiempos de bucaneros. El despliegue escénico concentra
a miles de personas a las puertas del hotel, donde se desarrolla la batalla, durante los 20
minutos que dura el bonito y ruidoso show.
Después fuimos al "Venecia". Allí están representados algunos de los puentes más
emblemáticos de la ciudad de los canales y alguno de sus más famosos monumentos, como el
Campanario de la plaza de San Marcos. Todo ello amenizado por música veneciana y, como no,
con la posibilidad de dar un paseo en góndola a través de la laguna artificial que bordea la
entrada.
"El Mirage" exhibe un extraordinario ejemplar de tigre albino en un espacio dentro del
hotel, habilitado especialmente para él; y en la recepción se puede admirar un acuario
descomunal en el que miles de peces de colores, tiburones y demás pobladores marinos se
desenvuelven a sus anchas en un ambiente coralino, haciendo las delicias de todos los que
allí estábamos. Al lado, una recreación de un ambiente asiático, con budas, cascadas y
vegetación tropical, perfectamente realizado, hasta conseguir envolvernos y
transportarnos a las selvas asiáticas. Tiene un famoso show con erupciones de volcanes y
desbordamiento de cascadas que, visto por la noche, causa asombro en todo el público que para
verlo allí se concentra.
El "Caesars Palace" nos encantó. El "Caesars Palace" es un clásico de Las Vegas, pero no por
ello ha perdido interés frente a los nuevos hoteles. La recreación del ambiente de la mejor
Roma es perfecto. Las calles monumentales, las plazas plagadas de estatuas y fuentes, un enorme
caballo de madera a imitación del caballo de Troya, todo ello bajo un maravilloso decorado de
cielo azul abovedado, con una iluminación suave que hace totalmente placentero y relajante pasear por
sus calles. Al final de una de ellas, nos topamos con un show gratuito en el que unas estatuas
cobran vida, transformándose en demonios, consiguiendo transportarnos a un infierno creado a
través de oscuridad, estruendos, rayos y fuegos artificiales perfectamente realizado. Decidimos
comer aquí, en uno de sus restaurantes. Bajo una luz tenue, un ambiente relajante y agradable
hace del momento de la comida, en un país que no tiene una gran cultura culinaria, un
auténtico placer.
Después de comer, visitamos otros hoteles y vimos alguno de sus shows: Montecarlo (a imagen
de este pequeño país mediterráneo), Belagio (con un show fino y delicado, en el que el agua
parece bailar al son de la canción "Bailando bajo la Lluvia"), Mandalay Bay (el hotel más
costoso del mundo, recreando un ambiente mandarín), Excalibur (inspirado en Merlin, Arturo y
los Caballeros de la Tabla Redondo), MGM Grand (de la empresa multinacional), Estratosphere (un
enorme pirulí, con una atracción de caída libre en lo más alto de su terraza)... maravillosos
todos ellos y con más de 2.000 habitaciones cada uno. Mención especial haré de 3 hoteles:
"New York, New York", impresionante recreación de la gran manzana neoyorquina en la que no falta
ni un detalle, desde los edificios más emblemáticos de la ciudad, hasta sus características
calles, cargadas de antiguos anuncios de bebidas (Coca Cola, Pepsi Cola) y todo tipo de productos,
pasando por el puente de Brooklyn, la estatua de la Libertad, o un típico barco en el puerto
que hay en su entrada. Todo ello coronado por una gigantesca montaña rusa que hace buena parte
de su impresionante recorrido por encima del tejado del hotel. El "Luxor" es una gigantesca y
moderna pirámide de oscuro cristal, recorrido por minúsculas luces que le dan aún un aspecto
más futurista. En su interior toda la cultura egipcia está representada a través de multitud
de réplicas de sus más famosos monumentos. El "París" es el último gran hotel que se ha
construido en Las Vegas y para mí el más conseguido. Sus réplicas son, sencillamente, perfectas.
Allí están representados los bulevares de París, el edificio de la Ópera, el Arco del Triunfo,
su más famosa fuente y, como no, la omnipresente Torre Eiffel, en el exterior, haciéndose
visible desde toda la ciudad de Las Vegas y hundiendo una de sus patas en el interior del
hotel. Hasta el ambiente de las calles parisinas está totalmente conseguido, con multitud de
personajes típicos (vendedores de todo tipo de productos), repartidos por los bulevares
del hotel.
Para cenar, volvimos al "Caesars Palace". Cenamos en el "Planet Hollywood" de su interior,
rodeados de reliquias de películas que ya son historia del cine.
Después de cenar y tras ver algunos espectáculos nocturnos que ofrecía la ciudad, nos fuimos
a descansar.