Tampoco madrugamos este día. Habíamos trasnochado algo y a las 9 de la mañana salíamos de
la ciudad de Las Vegas, tras hacer una breve parada en una gasolinera, para reponer gasolina y
tomarnos un desayuno con un café. El café allí es parte de una cultura distinta y por tanto el
concepto de tomarse un café no tiene nada que ver con nuestra costumbre. La mayoría de las veces que
parábamos en alguna gasolinera, allí nos estaba esperando la cafetera, dispuesta para que nos
sirviésemos, gratuitamente, todo el café que quisiéramos. Los enormes vasos para servirse delatan
la cantidad que, de café, allí se bebe, como si de un refresco se tratase. Pero su calidad es
malísima, prácticamente agua oscura. También suele haber, en las gasolineras, algún grill con
salchichas o alitas de pollo recién preparadas para ser consumidas por sus clientes, aparte
del típico supermercado que tienen adosado.
Salimos de Las Vegas por la C.I.15, para coger la C.E.160 hasta Pahrump, desde aquí cogimos
la C.E.178 hasta Shoshone donde paramos, de nuevo, en una solitaria y desangelada gasolinera.
Tras descansar y llenar totalmente el depósito, pues desconocíamos si encontraríamos alguna
más en muchos kilómetros, nos adentramos en el Parque Nacional Death Valley. En este parque,
totalmente desértico, se encuentra el punto más bajo de Estados Unidos a 86 metros bajo el nivel
del mar y donde se alcanzan los 46 grados en verano. Es el lugar más seco y cálido de los desiertos
norteamericanos. El valle de la muerte es uno de los espacios más conocidos e impresionantes del
desierto de Mojave. Allí se adentraron un grupo de mineros buscando un atajo en su regreso desde
California y encontraron la muerte, víctimas de su sequedad y sus altísimas temperaturas. A este
hecho debe este parque su nombre.
Ante nuestros ojos se abre una inmensa llanura blanquecina, buena parte de la misma situada
por debajo del nivel del mar. Los sedimentos salinos han configurado este desértico paisaje.
Rodeado de montañas, recorremos algunos de sus puntos más emblemáticos. Rocas areniscas, con
marcados cauces de torrenteras, flanquean algunas zonas del desierto.
A mediodía llegamos a una urbanización que se configura como un oasis en el desierto. Allí
comemos y contemplamos unos antiguos vagones utilizados para el transporte de borax de una mina
cercana. Aquellos antiguos vagones arrastrados por mulas (habitualmente 20 mulas tiraban del
convoy, compuesto por varios vagones para transportar borax y algún vagón cisterna más, llevando
el agua necesaria para la travesía). Tras la obligada visita a la mina de borax, continuamos por
el Death Valley a través de una zona arenosa, con dunas. Por esta zona recibimos la visita de una
pareja de coyotes que se acercaron a nosotros. En una zona tan desertica como esta, toda la
comida es bienvenida y cerca de la carretera suelen encontrar restos de comida o recibir los
alimentos que algunos turistas les dejan.
Salimos de esta zona de dunas para adentrarnos en una enorme depresión pedregosa
y de tierra negra a través de la cual, poco a poco, vamos saliendo de este parque
nacional por el extremo occidental. Nuestra intención era salir por la C.E.178 hasta
Trona y después continuar por esta C.E.178 y la C.E.190 hasta Porterville, pero
la noche se nos vino encima y un pequeño lío de carreteras hizo que diésemos algunas vueltas
sin conseguir encontrar nuestro destino. Al final optamos por alojarnos en el primer motel que
encontrásemos y continuar al día siguiente. El motel de carretera estaba situado en algún lugar
cercano a Porterville, Lindsay o Three Rivers. Al día siguiente veríamos que no era fácil
situarse por aquella zona. El lugar estaba bien y descansamos plácidamente. Habíamos realizado
50 millas por el estado de Nevada y más de 350 por el estado de California.