Enclavado en la vertiente occidental de la Sierra Nevada, a 235 km de
San Francisco, el Parque Nacional de Yosemite es una joya natural edificada en granito, reino
de las secuoyas, las mayores coníferas de América. Ocupado por tribus miwok y alwahneechees
desde hace 4.000 años y descubierto por el mayor John Savage en 1851, sus bosques fueron una
de las primeras víctimas del auge de la construcción nacido al socaire de la fiebre del oro,
que arrasó California a partir de 1845. La declaración de Yosemite como Parque Nacional en
1890 fue la obra de toda una vida del naturalista John Muir, uno de los grandes
conservacionistas estadounidenses. En 1984, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad.
Actualmente, más de tres millones de visitantes anuales refrendan la opinión de John Muir:
"No hay templo edificado por la mano del hombre capaz de compararse con Yosemite"
La Sierra Nevada de California fue avistada por primera vez desde el mar por los españoles
Juan Rodríguez Cabrillo y Bartolomé Ferrelo en 1542. Constituye la prolongación meridional de
la cordillera de las Cascadas, ramal costero de las Montañas Rocosas, y se repliega de noroeste
a sudeste, separando el fértil valle californiano de San Joaquín de las vastas altiplanicies
interiores de la Gran Cuenca; culmina a 4.418 m en el monte Whitney. Se trata de un inmenso
bloque cristalino formado sobre todo por granitos y quebrado por una falla; así pues, presenta
vertientes asimétricas. La occidental o interior desciende gradualmente sobre las altiplanicies,
mientras que la oriental cae en un abrupto picado sobre el valle, formando enormes paredes
rocosas casi verticales. Aunque los granitos de Sierra Nevada cuentan con unos 200 millones de
años de antigüedad, existen areas con lechos de pizarra que son mucho más antiguos: fueron
depósitados hace 450 millones de años en capas sucesivas de lodo y arena en lo que entonces
era un lecho oceánico, como atestiguan los fósiles marinos hallados en la región. Hace unos
2,5 millones de años, la acción de los hielos terminó de conformar el modelado de la dura roca
de la cordillera, formando suaves valles en artesa y sembrando las montañas de magníficos lagos.
El parque nacional ocupa 2.914 km cuadrados y se articula alrededor de dos grandes valles
fluviales: el del Tuolumne, al norte, y el del Merced al sur. Éste recibe por su derecha al
río Yosemite, cuyo valle, aunque ocupa sólo el 1% del territorio total, es el sector más
visitado, quizá por el extraordinario impacto de sus moles graníticas o la belleza de sus
cascadas. La altitud de la zona oscila entre 579 y 4.371 m; el monte Lyell es el punto
culminante del parque. Esta gradación en altura modifica de modo local el clima, que es
predominantemente templado, con veranos cálidos y secos en los que la temperatura puede
rebasar los 37º C en el valle y los 24º C en niveles más altos; los inviernos, en cambio, son
fríos, con medias de -5º C a 5º C. Las primeras nevadas caen a principios de diciembre, pero
en las altas cumbres se anticipan, por lo que algunas carreteras permanecen cerradas de 6 a 9
meses al año.
La flora de Yosemite es muy variada, pues comprende unas 1.400 especies de plantas. A las
extraordinarias secuoyas, cuya contemplación constituye uno de los mayores espectáculos del
parque, se suman otros 37 tipos de árboles nativos. Entre 1.000 y 3.000 m de altitud se
extiende un cinturón de coníferas en el que, según la cantidad de lluvia recibida y la
composición del suelo, crecen varias especies, como el pino ponderosa y el pino de azúcar, a
menudo llamado el rey de los pinos, con sus inconfundibles piñas cilíndricas que miden entre
28 y 45 cm (aunque se ha establecido un record de 53 cm). Abundan también el pino de Jeffrey
y los abetos del Colorado y de Douglas, así como los enormes cedros de incienso, árboles
resinosos y aromáticos parecidos a las secuoyas gigantes. En la zona del valle de Yosemite,
diversas especies de roble alternan con prados y, a lo largo del río Merced, abunda la
"dogwood California". Los bosques más extensos crecen entre 2.000 y 3.000 m de altitud y están
dominados por el pino costero de Murray, que crece en todo tipo de suelos, y el abeto rojo,
que domina en áreas de suelos húmedos. En las zonas más bajas, entre 600 y 1.000 m, aparece
el chaparral, con el pino de Sabine, especie muy extendida, así como bosques de robles y de
"California buckeye". En primavera, decenas de flores silvestres multicolores tapizan el
paisaje; en el nivel alpino, por encima de 3.000, la vegetación se limita a grupos aislados
de pino blanco americano, tsuga de montaña y pino de corteza blanca.
Los únicos ungulados que viven en el parque son el ciervo mulo y el muflón de las Rocosas,
que habitan los niveles superiores de la montañas. El primero puede ser fácilmente observado
pastando en pequeñas manadas en las praderas de los valles. El oso negro es el único ocupante
de su género en Yosemite; contrariamente a lo que indica su nombre, su pelaje es de color
variable, pues va desde el marrón pálido hasta negro pasando por todas las tonalidades
intermedias. Son comunes los mapaches, los zorros rojos y los coyotes, así como también
marmotas y ardillas, tanto arbóreas como terrestres; algunas, como la ardilla gris, están
activas durante prácticamente todo el día, al contrario que muchas de sus congéneres. Las
aves son abundantísimas: se han contabilizado más de 220 especies; las más comunes son los
arrendajos de Steller y de los matorrales y los carpinteros, como el bellotero, que ostenta
un divertido copete rojo. A niveles superiores se encuentran el azulejo pálido y el carbonero
cejiblanco, y cerca de los numerosos cursos de agua de las montañas vive el mirlo acuático
americano, que comparte hábitat con la trucha arco iris, muy abundante en todos los ríos del
parque, al igual que el castor. Entre las rapaces destaca la gran águila pescadora, que debe
su nombre a su alimento preferido. Anfibios y reptiles son frecuentes en el parque; hay que
tener especial precaución con las serpientes de cascabel, ya que es fácil tropezarse con
ellas durante los meses cálidos.
La sección del tronco de un árbol muestra una serie de anillos concéntricos, cada uno de los cuales significa un año de vida. Su anchura es directamente proporcional al grado de humedad ambiental; así, son un medio perfecto para el estudio del clima de una zona a lo largo de los años (dendroclimatología). En arqueología fue aplicado por primera vez en 1929 por A. Douglas a las coníferas norteamericanas (dendrocronología), de las que dató maderas presentes en yacimientos arqueológicos y creó secuencias de hasta 1.200 años.
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