La ardilla antílope

La ardilla antílope coliblanca (Ammospermophilus leucurus) ocupa las zonas menos frías del Gran Cañón. Combate el calor con diversas estrategias, como utilizar la cola a modo de parasol; cuando se rebasan los 50º C, entra en letargo a fin de ahorrar agua. También resiste el frío invernal aletargándose durante unos días. Puede elevar su temperatura corporal unos grados por encima de la ambiental, lo que, en invierno, le permite mantener su actividad, que no cesa en todo el día.


El correcaminos

El correcaminos (Geococcyx californianus) es un cucúlido muy bien adaptado a la vida en el desierto, ya que puede sobrevivir sin apenas agua. Se alimenta de ratones, insectos y lagartos, aunque también caza serpientes de cascabel. De vida terrestre, puede correr a 48 km/h y sólo vuela para alcanzar el nido, que construye en los brazos del saguaro para defender a sus polluelos de los coyotes. Suele poner unos seis huevos, que incuba durante 2 ó 3 semanas. El manto del macho apenas difiere del de la hembra.


Ambientes de ribera

El aumento de los ambientes de ribera como consecuencia de la creación de embalses ha incrementado el número de insectos de desarrollo acuático, así como de sitios para anidar, provocando un aumento de las especies de paseriformes y, en consecuencia, la presencia de aves carnívoras. Entre ellas destaca el halcón peregrino (Falco peregrinus). Esta rapaz ubicua es una de las aves que vuelan a mayor altura y se lanza en picado para capturar sus presas. Anida en las laderas escarpadas del Gran Cañón.


El mapache

estratos geológicos

El mapache u osito lavador (Procyon lotor) es un carnívoro que puede medir hasta 1 m de longitud y que se encuentra ampliamente distribuido por todo el continente americano. Es un gran omnívoro, pues puede alimentarse por igual de insectos, peces, huevos de aves, granos y frutos. Esta cualidad le ha permitido conquistar los hábitats más diversos: zonas frías y desérticas, selvas y manglares. Está activo tanto de día como de noche; sin embargo, y como defensa contra la inclmencias climáticas, los individuos que pueblan zonas de bajas temperaturas han desarrollado la capacidad de aletargarse en invierno. Es característica su cara blanca y la franja oscura que rodea sus ojos a modo de antifaz.


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